LA MUSICA COMO LENGUAJE IDENTIFICADOR Y DINAMIZADOR DE LA CULTURA ANDINA – BOLIVIA

 

LA MUSICA COMO LENGUAJE IDENTIFICADOR Y DINAMIZADOR DE LA CULTURA ANDINA – BOLIVIA

1.- INTRODUCCIÓN: El presente avance de investigación sobre la importancia y dinámica de la música en el mundo andino, intenta analizar en su contexto actual el papel y la importancia de la música en las sociedades andinas; tomando en cuenta que las mismas actualmente están en constantes transformaciones.

Cuando los españoles llegaron a la América encontraron una diversidad de grupos étnicos con organizaciones complejas diferentes del colonizador. En un principio la mentalidad del colonizador era desestructurar el mundo andino, para así imponer normas y pautas culturales civilizadas. Por su parte el indio frente a esta política etnocidiaria tuvo que ingeniárselas para lograr estrategias que le permitan sobrevivir como una unidad social, logrando adaptarse a la nueva realidad. Este proceso sin embargo, produjo cambios a todo nivel; por ejemplo el sistema religioso fue alterado gracias al proceso de extirpación de idolatrías, hecho que influyo a su vez en la música, por existir una relación muy estrecha entre estos dos sistemas. Este proceso de alineación y sobreadaptación ocasionó también cambios en la música andina; pero esto no debe ser entendió como un nuevo resultado, sino como una resistencia donde el indio ha logrado conservar su estructura musical y simbólica, sin que los nuevos elementos produzcan cambios de fondo.

Este proceso de sobreadaptación ocasionó cierta evolución musical desde un punto de vista occidental; ya que de sistemas tradicionales simples tritónicos y pentatónicos, se implementó un sistema heptatónico, sin que esto signifique también, que el indio interprete la música siguiendo una lógica occidental, sino más bien una utilización a su manera y conservando su lógica musical y simbólica.

Estos sistemas hasta la actualidad siguen existiendo, con una preponderancia del pentatonísmo y el heptatonismo, mientras que el tritonismo está desapareciendo.

Con respecto a la estructura musical y el sentido de la música andina, hoy en día sigue coexistiendo y cumpliendo una función muy importante en todos los sistemas de la sociedad andina. La música se convierte así, en el lenguaje social y ritual más importante de los andinos, a través del cual el hombre andino entra en comunión con sus dioses y antepasados. También se constituye en el elemento de transición entre lo real y lo mítico, ya que el hombre andino a través de la música, el alcohol y la coca, entra en un estado de sacralización mística. En síntesis, la música andina es uno de los elementos más importantes dentro de la cultura espiritual, constituyéndose en un elementos que ayuda a la reafirmación de la identidad andina.

 2.- EL PAPEL DE LA MUSICA DENTRO DEL CONTEXTO SOCIAL Y CULTURAL DE LOS ANDINOS

 La música andina es uno de los elementos más importantes para el desenvolvimiento de la comunidad. Desde el momento en que el niño se empieza a familiarizar con los sonidos de la naturaleza que posteriormente serán convertidos en  música, que acompañará a todos los rituales y actores sociales y espirituales del hombre andino. Esta familiarización con la naturaleza se constituye en el principio ideológico andino que está implícito en la vida musical y será complementado con un aprendizaje empírico y una enseñanza por parte de los mayores.

Es decir la música es para el hombre andino parte de su naturaleza cósmica donde el viento se convierte en el instrumento para poder mediar entre el hombre y los dioses telúricos; esta mediación es la música que se convierte en el lenguaje más expresivo y complejo del mundo andino.

 La música es interpretada generalmente en grupos conformados por comunarios, los cuales dependen unos de otros para poder interpretar melodías. Es decir, dentro de la lógica musical andina el tocar en pares es un principio básico de complementariedad, que hace que unos y otros se necesiten posibilitando una producción y participación musical.

 La dependencia mutua entre arca e ira nos recuerda el modelo del dualismo, donde la presencia de lo masculino y lo femenino tiene como resultado la fecundidad y la procreación. En el caso de la música parece suceder lo mismo; para la interpretación musical se requiere la presencia de los dos elementos que al unirse posibilitan y reproducen códigos orales que posteriormente se convertirán en el instrumento mediador entre los hombres y los dioses andinos.

 Partiendo de este principio básico de complementariedad y comunitarismo podemos afirmar que la música se convierte en uno de los principales elementos de la identidad colectiva; es decir, los indígenas pueden llegar a identificarse por una simple terminación o característica musical, tal como pasa en el arte textil, donde los colores y las figuras son elementos que identifican a un grupo social. En la música los matices, las dianas, o un tema específico, son elementos que las comunidades utilizan para diferenciarse a nivel de los grupos mayores; por ejemplo, la medida utilizada para la zampoña, en el Norte de Potosí es la misma, o tiene un mismo ritmo más apresurado, o ciertas características de choque que las diferencia de las zampoñas de Poopó o Tapacarí.

 Estas características tienen que ser analizadas junto con las medidas de los instrumentos y otros elementos para poder determinar las fronteras no sólo musicales de cada grupo étnico y sus fragmentos residuales. La diferencia se dará sin embargo, más al interior de los fragmentos étnicos, como es el caso de la tarkeada que tiene una diversidad de medidas que caracterizan a las diversas regiones aymaras y quechuas.

 Ya entrado al contexto social de la música andina, debemos entender que la música es el elemento que acompaña al indio en su vida diaria, pero que toma más importancia en las festividades religiosas y actividades relacionadas con la producción agrícola.

 Hay que aclarar que la música va más allá de la simple recreación o expresión  de una queja de amargura de los sufrimientos del indio, tal como lo expresa a principios de siglo Don Rigoberto Paredes, quien afirma que la música “en último término se reduce a ser una queja expresada con mucha amargura”   idea que será repetida en varias ocasiones por muchos investigadores; por ejemplo el trabajo de Henrry Stovard realizado en el Norte de Potosí, donde dice que la música es una recreación “ para olvidar algo de la dureza de la vida diaria” . Estas ideas simplistas de la música andina nos alejan de la complejidad y realidad de la música; ya que si analizamos la música desde una perspectiva interior, vemos que todo instrumento al ser un elemento mediador entre el hombre y los dioses, tiene ciertos niveles de emotividad, donde en un mismo acto sea este religiosos o festivo, el indio entra en un estado de éxtasis frenético que posteriormente será festejado con toda su intensidad llegando al regocijo total.  Como vemos la presencia de valoraciones de tristeza y felicidad no pueden ser de ninguna manera indicadores para identificar si la música andina es una especie de queja social, el análisis tiene que ir más allá, ya que como hemos visto anteriormente, la música tiene entremezclados elementos de emotividad que de ninguna manera responde a una melancolía de la vida.

 La música andina tiene una complejidad difícil de entender ya que su participación no sólo se limita al campo de lo religiosos, lo agrícola o lo festivo, sino que está presente casi en todas las actividades de la comunidad, constituyéndose así, como ya lo dijimos  anteriormente, en uno de los identificadores más importantes de la identidad andina.

Sin embargo, hay que cuidarse también de entender la música andina como un simple elemento ritual, donde no existe una complejidad técnica, por lo que la música andina se convierte en una simple expresión musical desde el punto de vista occidental. Si  vemos los actuales estudios etnomusicólogos, la estructura de la música andina, no es tan simple como muchos musicólogos creen, por ejemplo los sicuris ligeros del Perú se caracterizan por tener dentro de su estructura musical una combinación de tres voces distribuidas en octavas altas y bajas paralelas, logrando así una compleja armonización, donde cada voz tiene cierta manera de interpretación o choque, logrando así concretar aspiraciones artísticas, esto nos lleva a comprender la música andina no sólo desde un punto de vista ritual, sino artístico, cuidándonos de llegar a conclusiones apresuradas como la que vierte Freddy Bustillos, quien afirma que “es necesario que tengamos en cuenta que esa música es creado y desarrollado en sitios específicos y que la misma no es vista como arte, sino como componentes de ceremonias, fiestas, etc.”. Un  claro ejemplo son los sicuris de Venta y Media o los sikuris de Italaque, que van trascendiendo los marcos de la ritualidad, para entrar sí se quiere, al campo de la complejidad y estética musical; convirtiéndose así el hombre andino en un artista por excelencia.

 Para finalizar este subtítulo, quiero referirme al papel de la música andina dentro de la productividad agrícola. Este punto es el más dedicado, puesto que para entender el papel de la música en los andes hay que destacar la relación estrecha que existe entre la religiosidad y la agropecuaria. Dentro de este contexto las fiestas andinas tienen mucha importancia, ya que como dice Roberto Fernández “tienen mucha relación con antiguas divinidades andinas que influyen en la agropecuaria”

 Este triple articulación entre religiosidad, agropecuaria y fiestas, es lo más importante para entender el papel de la música en las sociedad andinas.

 La sobreadaptación de ritos y fiestas católicas, sobre antiguos ritos propiciatorios y festividades en honor a antiguas deidades andinas; ha hecho de que surjan un nuevo ordenamiento de la religiosidad andina, que según Tristan Platt, es el producto de “un proceso constante de internalización de nuevos elementos externos, que son asimilados o vueltos a proyectar con nuevos significados” . Este nuevo proceso de reordenamiento de la religiosidad andina a ocasión de una jerarquización del sistema de fiestas. Es así que en el altiplano andino boliviano encontramos fiestas importantes que se han generalizado. Entre las fiestas más importantes podemos citar la fiesta de la Cruz, Tata Santiago, Rosario, etc. Fiestas católicas que coinciden con los acontecimientos más trascendentales de la vida agrícola o agropecuaria que se organiza en base a las épocas climatológicas más importantes: la época seca y la lluvia.

 Sin embargo, dentro de estas fiestas católicas podemos ver entremezclados ritos paganos con ritos católicos, que han sido reinterpretados a su manera por los andinos, logrando crear una estrategia de reproducción social y religiosa.

 Dentro de este calendario agrícola religioso podemos ubicar el papel de la música tradicional, que se presenta en relación a las dos grandes épocas importantes de la producción agrícola, es decir la época seca o Auwti y la época de lluvia o Jallupacha, el primero caracterizado por la relación con lo masculino y el segundo con lo femenino. 

 En la época de lluvia vemos cuna preponderancia de las pinquilladas, moseñadas, tarkeadas y otros instrumentos relacionados con la fertilidad, mientras que en la época seca podemos ver una preponderancia de las sikus entre los que se destacan las jula julas, las laquitas, los sikuris, y otros. La lógica de interpretación musical se debe a que si un instrumento no se toca en su época, por ejemplo la pinquillada, que invoca a que se den las lluvias para garantizar la producción agrícola, no habrá buena cosecha por ausencia de lluvias.

 3.- LA DIVERSIDAD MUSICAL ANDINA

 El altiplano andino de Bolivia, es quizá una de las zonas más ricas en cuanto a la diversidad musical de todo el altiplano andino. Se caracteriza por tener una variedad de instrumentos aerófonos, que en su mayoría están acompañados por instrumentos membranófonos.

 Los actuales estudios etnomusicológicos han intentado hacer una clasificación o generalización de dicha diversidad, logrando resultados favorables. En este nivel de las investigaciones hay que destacar los trabajos pioneros de Max Peter Bauman, seguidos de las propuestas de Mauricio Mamani y Henrry Stovard, quienes lograron un acercamiento a la diversidad musical e instrumental del altiplano central.

 A continuación presentaremos una primera clasificación que por su puesto está incompleta, pero que nos pueda dar una imagen de la diversidad musical e instrumental que con el tiempo está desapareciendo, por lo que urge realizar lo que se ha venido en llamar una antropología de urgencia.

 Esta clasificación es realizada tomando en cuenta la división instrumental entre instrumentos de viento o aerófonos; de percusión o membranófonos; de cuerda o cordófonos y finalmente los ideófonos o de entrechoque. La mayoría de los instrumentos pertenecen a la familia de los aerófonos que caracterizan a la música andina como un lenguaje oral basado en los sonidos de la naturaleza o el viento.

 4.- COEXISTENCIA Y SOBREVIVENCIA DEL SISTEMA MUSICAL ANDINO.              

 La existencia de dos sistemas musicales distintos, es el resultado de un hecho histórico que ha ocasionado ciertas rupturas sociales y culturales en el mundo andino; es decir el hablar de dos realidades culturales y sociales nos lleva a determinar las estrategias utilizadas por el hombre andino dentro de un proceso de reestructuración, donde los conceptos más válidos para entender la realidad andina son los de continuidad y ruptura.

 Al referirnos a la música andina en la actualidad, nos estamos refiriendo a un sistema tradicional que ha logrado sobrevivir conservando su lógica interna es decir: el tocar en pares y en forma dialogada o complementaria, donde el sonido es convierte en un elemento mediador entre los dioses y el hombre; y a demás que logra identificar y diferenciar a las distintas comunidades.

 Estos principios donde la música se convierte en uno de los elementos más importantes del mundo andino, nos lleva a identificar la sobrevivencia del sistema musical andino con mucha vitalidad, frente a otro sistema que intenta imponerse desde épocas tempranas. Acá me refiero al sistema musical de tipo occidental donde la música cumple una función artística e individual, que a diferencia de la música andina que es interpretada en comunidad y que responde a intereses  colectivos, intenta imponerse sobre la música tradicional.

 La existencia de estos dos sistemas, llevó a los andinos a crear ciertas estrategias que le permiten la reproducción de sus principios estéticos y funcionales; sin embargo nace aquí  un problema de aculturación que da lugar al surgimiento de una nueva expresión de tipo folklórico, que puede ser identificado como un tercer sistema musical que como dice Bauman es el fruto de “recíprocas influencias” que dan lugar a la “música aculturada” o “música folklórica”.

 Este tercer sistema es resultado del choque cultural ocasionado desde tiempos de la colonia, que dio lugar al surgimiento de una nueva clase mestiza que empieza a reconstruir su nueva identidad en base a la simbiosis de las dos realidades culturales.

 La existencia de este tercer sistema se convierte en la expresión de una nueva sociedad en formación, donde se da un proceso de apropiación de andino con el fin de ser proyectada con un nuevo significado, que quizá va contra la misma tradicionalidad, ya que como dice Balandier permite dar un nuevo sentido al sistema.

 Al hablar de estos dos sistemas musicales nos estamos refiriendo a la dinámica del tradicionalismo que da lugar al surgimiento de un nuevo sistema que intenta homogeneizar la realidad cultural, y que es manipulado por las políticas estatales que intentan suprimir las diferencias. Este fenómeno es identificado por Clastres como un proceso etnocida, que responde a una política global modernizante por parte del Estado.

 Sin embargo dentro de esta dinámica de cambios o transformaciones que está experimentando la música andina, es necesario distinguir entre los cambios por influencias externas de los cambios internos; en este caso los cambios de aculturación que ocurren por influencias externas (endógenas) llevan al surgimiento de este tercer sistema que se denomina “folklórico”; mientras que los cambios que se producen “por fuerza propia” dentro de una cultura son de tipo endógeno y se convierten en un claro ejemplo de esa dinámica del movimiento interno que caracteriza a toda sociedad. La continuidad del sistema tradicional se da a través de este segundo cambio endógeno o de innovaciones propias de la cultura andina que permite la recreación de la totalidad andina. Un claro ejemplo de este cambio endógeno es las innovaciones técnicas que están apareciendo en diversos instrumentos como el siku, la tarka o el moseño; instrumentos que están posibilitando una evolución técnica musical que da nuevas posibilidades armónicas y estéticas al músico; sin transformar el sentido ritual y social del hombre andino.

 


Finalmente dentro de las transformaciones de tipo folklórico o exógenas debemos tomar en cuenta que parecería también que este tercer sistema lleva no al surgimiento de un tercer sistema, sino que parece que se convierte en un instrumento que permite la recreación de lo andino; un claro ejemplo son las bandas de bronce que parecen reproducir y dinamizar la creatividad y las estructuras musicales andinas; es decir en este aso estaríamos frente a un problema de apropiaciones culturales de Balandier ha calificado de “pseudo tradicionalismo”, es decir una tradición manipulada para expresar reivindicaciones.

 Esta manipulación es utilizada para dar un nuevo sentido a la realidad, tal el caso de las festividades religiosas católicas que son apropiadas por los andinos para proyectarlas con nuevos sentidos; “marcando una disidencia respecto a los responsables modernistas” como dice Balandier; en este caso contra el Estado que intenta hacer desaparecer las estructuras tradicionales.

 Este es un claro ejemplo de cómo el fenómeno folklórico puede ser manipulado de parte de ambos lados; por una parte el tradicionalismo que utiliza el fenómeno aculturación para instaurar un nuevo orden donde lo tradicional encuentra mecanismos para posibilitar su continuidad y dinámica; un claro ejemplo como los andinos  utilizan la música de bandas para encontrar la recreación o continuidad de la creatividad y las estructuras musicales andinas; y por otra como el fenómeno de aculturación es utilizado por lo moderno o Estatal con fines etnocidas; es decir buscando una muerte lenta pero segura de la diversidad cultural. El fenómeno etnocida debe ser entendido tal como Clastres lo entiende es decir como “la supresión de las diferencias culturales juzgadas inferiores y perniciosas” y como la “puesta en marcha de un proceso de identificación, un proyecto de reducción del otro a lo mismo” es decir una educción de lo indio a lo boliviano. En este caso el fenómeno folklórico o aculturativo debe ser entendido como  una política cultural del Estado para lograr el surgimiento de una identidad nacional en base a la diversidad.

 Tanto uno como otro sistema nos dan a entender que el fenómeno folklórico puede ser utilizado para fines reivindicatorios, pero el tercer sistema nos está queriendo sugerir que tanto el tradicionalismo como el modernismo tienen la capacidad de imponerse con el único objetivo de “una sociedad en formación”, en el primer caso reconociendo la diversidad y en el segundo intentado imponer una hegemonía cultural de tipo occidental.

 5.-  LA MUSICA ANDINA EN LA ACTUALIDAD

 Habiendo intentado mostrar la diversidad instrumental y musical andina con toda su contenido social y cultural; y además mostrar el proceso de transformación que toda sociedad experimenta, pasamos a analizar el estado actual de música andina y sus proyecciones en el futuro.

 Como dijimos anteriormente la complejidad musical andina es el resultado de todo un proceso de sobreadaptación y dinámica social, donde el hombre andino ha logrado conservar en esencia una estructura musical y simbólica de los elementos más significativos de la cultura andina.

 Esta sobreadaptación y coexistencia nos lleva a analizar la dinámica musical en términos de alienación; donde el impacto de la música occidental está influyendo hoy más que nunca en la estructura y lógica musical andina. Tomando en cuenta el fenómeno de innovaciones endógenas y cambios de aculturación; la música tradicional ha logrado sobrevivir como sistema musical; pero  como dijimos anteriormente; paralelamente al sistema tradicional a logrado surgir un sistema aculturado o folklórico que es manipulado más por el sistema occidental y que intenta aniquilar al otro. Este último sistema a través de un proceso de alineación está logrando que ciertos instrumentos desaparezcan o sea interpretados fuera de su contexto o uso simbólico y funcional; tal el caso de moseños y sicuris que gusta más a la juventud y que por lo tanto su uso se está generalizando; tropas de moseños o sicuris son contratados ahora para animar cualquier fiesta, rompiendo toda lógica funcional de la música andina, hecho que ocasiona que algunos instrumentos que han logrado sobrevivir hoy en día están desapareciendo, tal el caso del kosko o los pinquillos curvos.

 Sin embargo este proceso de alineación musical  no nos lleva al surgimiento de un nuevo  sistema musical, tal como lo propone Bauman; sino más bien nos lleva a la total extinción de instrumentos y danzas musicales, tal como nos muestra la realidad. Frente a esta realidad alienante el sistema aculturado se alimenta de lo andino, descontextualizandolo y proyectándolo con un nuevo significado, tal el caso del surgimiento de los grupos musicales, y que pueden ser identificados como música aculturada, que nos acerca más aun procesos folklórico donde la simbiosis toma más importancia; sin embargo, la música andina debe ser estudiada dentro de un marco de coexistencia, donde los dos sistemas intentan imponerse.

 Finalmente sólo nos queda decir que la música andina esta tendiendo hacia un fortalecimiento de sus estructuras; lo que nos lleva a afirmar un futuro incierto de la música que ha logrado conservar sus tradicionalismo.